Salinas: si la alternancia es prueba de la democracia, bienvenida para 2012
Critica la política anticrimen; la inseguridad, reflejo de la falta de respuestas sociales, señala.
Alonso Urrutia
Ubicado en el centro del panel donde se hablaría sobre democracia, Carlos Salinas de Gortari volvió al escenario político para referirse al tema. El ex presidente, cuya llegada al gobierno convulsionó al país, señaló ayer: No era necesario que el PRI perdiera para mostrar el avance de la democracia (...) pero si la alternancia es prueba de la democracia, bienvenida la alternancia para el 2012... aunque esa elección aún está muy lejos.
Alonso Urrutia
Carlos Salinas en el foro organizado por el IFE. Foto Marco Peláez
Periódico La JornadaMiércoles 13 de octubre de 2010, p. 17
En el Foro Latinoamericano sobre Democracia, Salinas era el centro de atracción, por lo que el hombre que precipitó la crisis del sistema del partido hegemónico tras los comicios de 1988 tenía mucho que decir.
Sin embargo, no se circunscribió sólo a teorizar sobre las democracias latinoamericanas en el siglo XXI, que era, en rigor, el tema, y se dio espacio para cuestionar la política anticrimen actual.
Salinas eligió la inseguridad en Ciudad Juárez para ejemplificar sobre las deficiencias de no dar respuestas sociales, justo el día en que el presidente Felipe Calderón volvía a aquella frontera.
“Hoy, en Ciudad Juárez, según me comentaban esta mañana, los cárteles están contratando a jóvenes por 500 pesos por cada rival que ejecuten. Y lo que se sabe es que muchos de estos jóvenes que están dispuestos a aceptar el encargo lo hacen porque necesitan ese recurso para llevarlo al hogar familiar, y lo que están esperando es que exista la oportunidad de que no sea el origen del cártel el que les permita tener el ingreso para satisfacer la necesidad familiar.
“Si no tenemos una respuesta social con un sentido de organización comunitaria –continuó–, ni siquiera el reto formidable que tenemos en materia de seguridad hoy en nuestro país lo podemos abordar. Democracia, seguridad, justicia, temas todos que los corta horizontalmente la cuestión de participación ciudadana organizada.”
Remató su crítica señalando la falta de una visión integral, “pues con los magros salarios de los policías municipales y sus carencias educativas –no pasan de educación primaria– todavía quiere exigírseles que tengan una respuesta al reclamo ciudadano de la comunidad frente al embate multimillonario que ejercen los cárteles de la droga”
La memoria histórica
La llegada del ex presidente al Palacio de Minería se hizo en medio de un aparato de seguridad. Entre empujones, alcanzó a responder que su presencia obedecía a una invitación para hablar sobre la democracia.
–¿Todavía se siente repudiado?
–Buenos días –respondió para dirigirse al panel, dónde sólo le incomodarían algunas preguntas de la periodista chilena Mónica González sobre la memoria histórica, que zanjó con la promesa de enviarle su libro de mil 400 páginas que contenía la autocrítica de su gestión.
Justificada su invitación bajo el argumento de que en su sexenio se creó el Instituto Federal Electoral –institución que en ocasión de su vigésimo aniversario albergó el foro latinoamericano–, Salinas se adjudicó una parte de su paternidad colectiva. Expuso su visión tersa, sin sobresaltos ni tensiones, de la elección de 1988.
Fue esa la elección más competida del ciclo de partido prácticamente único en nuestro país, y la falta de aceptación del resultado por una parte muy respetable del electorado se combinó, hay que recordarlo, con un malestar social derivado de la crisis financiera de finales del 87, una abrupta devaluación, aumentos desmedidos de los precios de bienes públicos.
Con la autoridad electoral controlada por el gobierno y su partido, aseguró Salinas, no se podían construir consensos, por eso la respuesta fue la creación del IFE, que se acordó con Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández Cevallos –a quien deseo que pronto regrese con su familia y al debate político, en el que tanta falta hace–, con Cuauhtémoc Cárdenas. Se hizo, agregó aun con la oposición de algunos miembros del partido, “pues en el PRI teníamos nuestra nomenklatura, a pesar de lo cual hubo glasnost y perestroika”.
De ahí pasó a describir los comicios del final de su sexenio, con un IFE ciudadanizado y en donde no había sospecha de manipulación a los consejeros ciudadanos. Una visión ajena al convulsionado final de su mandato, ninguna alusión al levantamiento zapatista o al asesinato de quien se perfilaba como su sucesor, Luis Donaldo Colosio, y en su lugar la reivindicación a la más elevada participación electoral de la historia y la conclusión con elogiosos comentarios hacia el IFE.
Una autocrítica, le pidió la periodista chilena. El ex presidente revirtió la pregunta para elogiar su programa Solidaridad, que quería ir a la esencia del término de la democracia republicana, que el pueblo sea sujeto y no objeto de sus propias transformaciones, lo que es un avance, dijo, al autogobierno. Sí, en el aspecto republicano de la democracia, sin lugar a dudas nos quedamos muy cortos en cuanto a su institucionalización.
Al final, se fue como llegó, entre empujones y tumultos.
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