Ahora que James Comey declara bajo juramento sería una lástima no preguntarle
Ahora que James Comey declara bajo juramento sería una lástima no preguntarle sobre el historial de conductas ilegítimas del FBI
Esta semana, la expertocracia ha puesto el foco de atención en la comparecencia del exdirector del FBI
James Comey, quien fue despedido del cargo por Trump el mes pasado,
ante el Comité de Inteligencia del Senado. En los medios se considera
que no ha habido testimonio de tamaña importancia desde el escándalo
Watergate. La expectativa, que no ha sido declarada explícitamente pero
sí insinuada, es que Comey de comienzo a un largo y caluroso verano de
revelaciones perjudiciales que conducirán a la renuncia o destitución
del presidente Donald Trump. Gran parte de las principales figuras de
las cadenas de noticias, muchas de las cuales fueron difamadas
personalmente por Trump en algún momento desde que lanzó su campaña para
la presidencia el 16 de junio de 2015, quedarán satisfechas si su
trabajo contribuye a que Trump deje su cargo, voluntariamente o no.
Comey se ha convertido en una especie de caballero blanco, cabalgando
para salvar a la república con sus numerosos memorandos y sus refinadas
habilidades retóricas.
Por asociación, el propio FBI
se ha convertido en el favorito de los opositores de Trump. Pero esta
fuerza policial federal, poderosa y hermética, esta agencia de espionaje
interno, tiene una larga, oscura y, a menudo, violenta historia de
represión de la disidencia en Estados Unidos. Sería una lástima tener a
Comey testificando bajo juramento y no hacerle preguntas importantes
acerca de la mala conducta profesional del FBI, tanto histórica como actual.
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